Poemas del futuro pasado

Recopilo en este espacio algunos poemas que escribí durante el 2020. Son los que aparecerán en mi próximo poemario Historia natural de las ciudades, que espero terminar y publicar ya sea a finales de este año o para el siguiente.

Me agradará mucho recibir tus comentarios sobre estos escritos.

En el mes de abril apareció el poema Cantan nuevos pájaros en el Fanzine Agua Subterránea donde se publicó a poetas mexicanas de las periferias. Puedes ver el Fanzine aquí.


En abril compartí este poema que no me convence tanto. Ya me dirán ustedes.

 
DE LA ÚNICA VEZ QUE LA AUTORA MENCIONA AL POETA
 
 El oficio de fregar los trastes
 que cuando lo hace el poeta
 es digno
 de escucharse acompañado 
 de la sonata, del aria alemana
 

 En cambio si lava su mujer
 transcurre en silencio
 

 Ella no devanea con la reflexión filosófica
 mientras enjabona el vaso, el cubierto
 piensa, cavila, eso sí
 qué cocinará para la cena
 cómo quitará el cochambre de la estufa
 

 Ella no cae 
 en la metáfora del agua por el manantial
 

 En cambio se apura a retirar con la mano del fondo del plato
 y poner en el balde
 las sobras del pan, de la cebolla, del pimiento
 que el poeta
 no se terminó de su almuerzo. 

En mayo este otro texto, sobre los lugares que ya no visitamos.

 
EXTRAÑAMIENTO
 
 Todavía existen los parques
 a los que iban los novios en la noche
 para besarse
 mas ya no se encuentran los novios
 no se besan
 detrás de un arbusto medio seco
 un cachorro asoma
 hambriento
 busca un hueso una morona
 que haya tirado por error
 la última persona que pasó
 

 El parque por las noches
 antes lo cruzaban las muchachas
 venían saliendo de la escuela
 caminaban por aquí para llegar al metro
 a veces las seguía un cuerpo fornido
 amenazante
 y ellas apresuraban el andar
 hasta la siguiente luminaria para ver
 su sombra por lo menos
 como testigo o última huella
 algunas lograban llegar a la escalera que desciende al metro
 zap-zap
         zap-zap
                 zap-zap
 caminar rápido, meter el boleto al torniquete
 voltear y el alivio
 porque el hombre se esfumó.
 

 Ellos pasaban por el parque
 ellas pasaban por el parque
 pero hace días que nadie viene
 los animales han tomado el territorio
 los zanates se han apoderado
 de las bancas, de las jardineras,
 de las casetas de teléfono que aún quedan
 en el parque
 saliendo del metro La Raza
 los perros toman agua de los charcos
 hurgan en los botes de basura
 porque hace semanas
 nada pasa, nadie deja caer
 sus moronas
 

 Dónde estarán las muchachas
 los hombres, los novios
 Aquí sigue el parque. 

Estoy muy contenta porque en el mes de junio, la página Poesía de Morras publicó este breve poema.

Después hice esta otra versión. Me agradaría saber cuál de las dos prefieren.

 
 Quiero regresar a la infancia
 cuando el olor a humedad invadía la casa
 y las láminas estaban a punto de romperse
 de tanta lluvia
 
 
 Nuestro lujo era el tornamesa
 donde escuchábamos los discos
 de Daniel Santos
 
 
 Quiero regresar ahí
 al calor que emana del moho
 que era mi hogar
 
 
 Añoro
 esas tardes 
                      contadas
 sin gritos
 sin golpes
 sin lágrimas 

Luego vinieron muchos meses de silencio y solo tengo este texto que escribí al final del otoño.

Los historiadores del futuro analizarán este año como una guerra:
China lanzó el primer ataque en noviembre de 2019, lo llamó covid.
Estados Unidos respondió con un creciente número de infectados.
La Unión Europea fue su aliada, aumentaron los decesos, cerraron las fronteras.

Al inicio los caídos fueron muchos hombres. Perdimos muchos hombres.
Fue saqueada la sabiduría de los pueblos. Perdimos muchos ancianos.
Y los niños dejaron de ir a la escuela, de jugar en las calles, los encerraron en sus casas.
Se fueron quedando solos.

El proyectil de la crisis destruyó empresas, pequeños negocios y pastelerías.
Algunas personas no salían sino para buscar algo de comer.
Otras, presas del pánico, se aglomeraban en las calles, en las tiendas.

También los animales padecieron los estragos. Ejecutaron pollos, cerdos, 
visones.

Millones de personas resultaron malheridas. Deprimidas, ansiosas. No podían dormir por las noches.
La sirena de ambulancia anunciaba alerta roja, toque de queda.
No alcanzaron las armas, camillas ni doctores, para defenderse. El ataque era incontenible.
No hubo tanque americano que pudiera salvarlos.

Frío, frío, calor, frío, aire.
Las semillas de los árboles caen al suelo de concreto, donde no germinan. 
A menos de que se escondan en las grietas.

Este año fue como la guerra y el virus nos atravesó como los átomos de una bomba.

El rey de Suecia se arrepintió.
Isabel II se recluyó en Windsor.
El presidente más poderoso perdió la contienda.
Ángela Merkel lloró.

Al final del otoño las semillas caen de los árboles y se ocultan en las grietas del concreto.

Espero nuevos versos para este 2021.


O si lo prefieres

Puedes enviarme tus comentarios a alguna de mis redes o dejarlo en este espacio. ¡Muchas gracias!

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