Soy la luna menguante
cuando un cachorro negro
lame sus heridas.
El faro de auto que dobla la calle.
Mi amigo de sombrero que camina a paso tierno por la acera;
una hoja de papel que se eleva, gira, danza con el viento.
En la radio una canción que suena a todo volumen.
Y en la esquina, la mujer que espera
el camión que la lleva a su trabajo.
El bostezo del joven que madruga.
Una televisión prendida, sin espectadores,
anuncia las noticias para nadie.
Afuera, un árbol que crece aprisionado en la jardinera
en franca competencia con el poste de luz.
En la siguiente calle, un campo de juego vacío,
que sabe a polvo.
Y en la barda, la imagen de la Virgen
orando por sus hijos.
Soy lo de más atrás también;
un cerro que se recupera
del incendio sufrido a medianoche.
En el cielo, la luz roja que parpadea y se acerca,
y la otra que se aleja.
Acá en el suelo, un balde de agua que se derrama
para limpiar la banqueta.
Y las aves matutinas que van de un árbol a otro,
hasta encontrar el mejor refugio.
Soy quien dice a la vieja armonía: detente.
Soy quien dice al nuevo caos:
mantente en movimiento.
Estoy tan cerca de ti,
en el sonido que usas para despertarte,
para correr por las mañanas en el parque.
En la cara que llevas al trabajo
y en los ojos hinchados de alguien
por los golpes o el llanto.
Las nubes que de rosa tornan a amarillo,
después toman el gris y al final son blancas;
el sol que apenas sale tras del valle.
Déjame decirte que Eso Soy Yo.
Créditos de la imagen: Vista del amanecer desde la Ciudad de México, 2013.