Mis lecturas del 2021

Antes de terminar de estrenar el 2022 (y que mi agenda se vuelva a llenar de trabajos) quiero compartir un breve resumen de los libros que leí el año pasado. Me siento bastante contenta con las lecturas que concluí, porque desde que me titulé (hace más de una década), no había conseguido ir más allá de los 10 ejemplares por año. Ni siquiera en el 2020, cuando el entusiasmo lector era bastante contagioso (también), logré encontrar esas horas de ocio (aunque luego descubrí que realmente se requiere un poco de disciplina) para cumplir mi propósito de lectura en Goodreads, la app en donde registro mis lecturas.

Esta racha fue posible, no puedo evitar mencionarlo, gracias a las plataformas de audiolibros, que me permitieron escuchar varias novelas y textos completos en aquellas horas de fin de semana dedicadas a las tareas domésticas. En mi experiencia personal, el audiolibro es una opción con la que podemos explorar la escucha atenta y la memoria auditiva.

No se diga más. Compartiré mis lecturas del 2021, clasificándolas de las menos interesantes a las más recomendables.

Comienzo con los libros que me decepcionaron. Lo siento. Y explico por qué.

*El matrimonio de los peces rojos, Guadalupe Nettel. Cuentos de contextos demasiado alejados de mi realidad (fifís). En estos momentos no logro recordar la trama de uno solo.

*Zapata, Pedro Ángel Palou. Hay demasiadas biografías de Emiliano Zapata, cada una con su toque de exageración y mito. Considero que se pueden consultar otros materiales, fundamentados históricamente, que aportan al conocimiento de este personaje.

*Tsunami, Gabriela Jáuregui (ed.). Antología de ensayos de varias escritoras mexicanas. Se vende como un libro feminista pero no es tal. Es una recopilación de ensayos sobre las experiencias de ser mujer en diversos contextos: personal, académico, literario y cultural. Ninguna de las autoras (del primer tomo) demuestra un conocimiento que no sea mainstream (por no decir liberal) de las diversas teorías feministas. Además, se evidencia la balanza hacia ciertas tendencias ideológicas y grupos intelectuales; casi como en las elites masculinas.

*Noches blancas, Fiódor Dostoievsky. La descripción de las calles de San Petersburgo, los diálogos y la configuración de los personajes son magistrales. No así el plot: un joven acosador que persigue a una muchacha durante varias noches y al final se enoja porque no corresponde a su amor. Hice un video al respecto.

*Había mucha niebla o humo o no sé qué, Cristina Rivera Garza. Más o menos el mismo sabor de Zapata. Se puede recurrir a otros materiales, mejor documentados, para conocer la biografía de Juan Rulfo. En primer lugar, las entrevistas que autor dio en vida; en segundo lugar, la obra de Alberto Vital y, en tercer lugar, el documental “100 años de Juan Rulfo” (Amazon Prime). Con respecto al contenido del libro, no veo por qué especular sobre las buenas o malas intenciones del escritor.

Después de tanto coraje, pasemos al disfrute.

Los poemarios que leí este año, todos ellos potentes

*Soy vertical, pero desearía ser horizontal, Sylvia Plath. Antología de bolsillo. Los comentarios dicen que la traducción no es la mejor, pero a mí me pareció aceptable y me llevó a leer otras obras de la autora.

*Barranca, Diana del Ángel. Un hermoso poemario sobre la nostalgia de la juventud. Imágenes poéticas originales y conmovedoras.

Periodismo y literatura, una de mis combinaciones preferidas

*Pedro Infante. Las leyes del querer, Carlos Monsiváis. Me costó mucho trabajo avanzar debido al estilo tan imbricado de la narración, pero al final considero que es una excelente pieza sobre el cine mexicano de la época dorada y, por supuesto, sobre el intérprete, a quien, agradezco, desmonté del pedestal donde lo tenía.

*Los demonios del edén, Lydia Cacho. Llegué con años de retraso a este texto pero lo considero fundamental para reconocer las violencias a las que son sujetas las niñas, niños y mujeres en el ámbito de la explotación sexual y la justicia.

*Procesos de la noche, Diana del Ángel. Un trabajo de acompañamiento a víctimas que se vuelve una crónica sobre la (injusticia) búsqueda de la justicia. Indispensable para conocer una parte de la historia de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

*Los suicidas del fin del mundo, Leila Guerrero. La Patagonia parece un lugar místico pero demuestra su crueldad cuando eres joven, pobre y sin oportunidades de empleo.

Clásicos, por algo será

*La peste, Albert Camus. Una historia sobre la separación y sobre cómo los seres humanos actuamos inconscientemente, de acuerdo con nuestro rol en el gran sistema social. Esclarecedor para este tiempo.

*Matar a un ruiseñor, Harper Lee. Es una historia sobre el racismo y llama la atención que el personaje sobre el que se cometen tantas injusticias casi no aparezca. El libro está narrado desde la postura de una niña que observa las contradicciones éticas de la sociedad. Con esa inocencia todo parece tan obvio.

*Drácula, Bram Stoker. Demasiado “las mujeres deberían ser así y asado”. Omitiendo ese gran detalle, se sostiene, para dejarnos apreciar el conflicto aún existente entre la superstición y la ciencia, y sobre cuál explicación resulta más satisfactoria.

Best seller que valieron la pena

*Todos deberíamos ser feministas, Chimamanda Ngozi Adichie. Una exposición sencilla y clara de a qué nos referimos cuando estamos defendiendo los derechos de las mujeres.

*Por qué dormimos, Matthew Walker. La importancia de dormir tus ocho horas y qué pasaría si el mundo girara alrededor de esta premisa.

*Hábitos atómicos, James Clear. Pensamiento neoliberal pero con buenos consejos para crear disciplinas y lograr objetivos cotidianos. Ya qué.

Libros de historia que no me aburrieron

No es que la historia sea una materia aburrida, por el contrario. Sin embargo, tengo una complicación personal para entender esta disciplina. Me cuesta recordar tantos eventos y nombres, por ello me alegro cuando encuentro un texto que logro concluir.

*Nuestra historia narcótica: Pasajes para (re) legalizar las drogas en México, Froylán Enciso. El consumo de drogas estuvo legalizado unos días y después ya no. Con los años, un problema de salud pública se ha convertido en un entramado de corrupción, contrabando internacional y herramienta política de control y muerte. Salgamos de esto.

*Historia mínima de México, Daniel Cosío Villegas. Un panorama de la historia nacional y la sensación de que repetimos la misma dinámica: conservadores (los que quieren una nación súbdita) contra progresistas (los que quieren un gobierno soberano).

Agradables descubrimientos literarios

*Kintsugi, Maria José Nava. Autora chilena. Novela breve sobre la vida de las mujeres de una familia y cómo el destino las llevó a un futuro tan lejano y tan solo.

*Alias Grace, Margaret Atwood. Basada en la historia real de una joven canadiense del siglo XIX, acusada de doble asesinato. ¿Será o no será? Estilo: cartas, pensamientos y notas médicas. Tiene su serie en Netflix.

*Si no te gusta, no me hables. Antología de ensayos feministas, Anaclara Muro, et al. Me agradó bastante porque, al ser una publicación no comercial, las autoras no buscan “quedar bien” con ningún grupo en específico y eso les permite compartir su postura feminista de forma sincera y con fundamento teórico, cuando es necesario. Se agradecen estos materiales.

*Pájaros en la boca, Samanta Schweblin. Antología de cuentos inquietantes. Breves y altamente recomendables.

*Sylvia Plath y Ted Hughes: ¿genio y musa?, ¿genia y muso?, ¿genia y genio?, Laura Freixas. Lo leí cuando tenía otro título. Es un material que explora los últimos días de la escritora, con base en su diario, y reflexiona sobre el estado mental y la falta de redes de apoyo que padecen algunas mujeres (y algunas escritoras).

*Patriarcado y capitalismo. Feminismo, clase y diversidad, Josefina Luzuriaga Martínez, Cynthia Luz Burgueño Leiva. Fundamentos teóricos sobre el feminismo marxista y socialista. Aunque no concuerdo con la postura de llamar “trabajo sexual” a la explotación con fines sexuales del cuerpo de las mujeres, es un buen texto para el estudio del feminismo. Se agradecen estos materiales.

Otros libros que leí

*Las cosas que perdimos en el fuego, Mariana Enríquez. En casi todos los cuentos tuve la misma sensación: comienzan bien pero terminan de manera apresurada. 

*Siete casas vacías, Samanta Schweblin. Cuentos un poco más largos que Pájaros en la boca y casi todos con una estructura similar, pero las imágenes continúan siendo inquietantes.

*La novela femenil y sus lectrices, Laura Freixas. Exploración sobre la interpretación y crítica de la obra literaria escrita por autoras españolas. Nos sirve para evitar comentarios misóginos en el análisis literario. Sería interesante un estudio igual pero aplicado al contexto mexicano.

*Contra los hijos, Lina Meruane. Como ensayo me parece un ejercicio intelectual bastante atrevido. La autora no romantiza nada y eso se agradece. Aunque al final algunos argumentos van en contra de los derechos de la niñez y eso se vuelve problemático.

Mis favoritos, favoritos del 2021

*Ariel, Sylvia Plath, editorial Nórdica. No podía leer más de tres o cuatro poemas al día. Después me quedaba pensando largo rato. Cada una de las sensaciones se potencia con la elección minuciosa de las palabras.

*El cuento de la criada, Margaret Atwood. La obra que ya se escapa de las manos de la autora. Aunque ella no quiera decir lo que dijo, ahí está, claro y fuerte.

*En busca de Mary Shelley, Fiona Sampson. La biografía de la autora de Frankenstein, de cómo tuvo que sobreponerse a las pérdidas y persistir en su deseo de ser escritora, a pesar de su familia, las parejas, las amistades y la sociedad opresiva que le tocó.

*Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social, Simone Weil. Un libro de ¡1934! El trabajo, la explotación de los hombres y las mujeres se vuelve necesaria para la supervivencia de todo sistema económico, y los marxistas aún no saben cómo resolverlo. Este texto es tan actual que deberíamos comentarlo hasta el agotamiento.

En fin, la vida familiar no es ya más que ansiedad desde que la sociedad se ha cerrado a los jóvenes. La misma generación para quien la afiebrada espera del porvenir es su vida íntegra, vegeta, en el mundo entero, con la conciencia de que no tienen ningún futuro, que no hay lugar para ella en nuestro universo. Por otra parte, este mal, si bien es más agudo en los jóvenes, es común a toda la humanidad actual. Vivimos en una época privada de futuro. La espera de lo que vendrá ya no es esperanza sino angustia.

Y al final del libro, casi una descripción de nuestra mi situación actual.

La presencia de innumerables desocupados, la cruel necesidad de mendigar un puesto, hacen que el salario parezca menos un salario que una limosna. Los mismos desocupados tienen a bien ser parásitos involuntarios y por otra parte miserables, y no lo son menos. En general, la relación entre el trabajo proporcionado y el dinero recibido es tan difícilmente captable que parece casi contingente, de manera que el trabajo parece una esclavitud y el dinero un favor.

Simone Weil, «Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social»

Esta lista no busca ser definitiva sino apenas descriptiva y acaso motivante. Y así.


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Noches blancas o Amiga, eres arte

En esta ocasión quise compartir un pensamiento sobre la novela Noches Blancas de Fiódor Dostoievski.

De antemano, perdón por trabarme tanto y repetir. Es mi primera vez grabando un video para mis amigas y amigos.

Me gustaría que me compartieran sus comentarios para seguir conversando sobre estas cosas.

La lectura del video la retomo de Fiódor Dostoievski. Noches blancas. Traducción de: Marta Sánchez-Nieves Ilustrado por: Nicolai Troshinsky.

En Storytel la versión es de Saga Egmont.

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Úrsula K. Le Guin o la imposibilidad de leerla (y escribir sobre ella)

Evidentemente esta no es una mala reseña sobre ninguna obra de Le Guin. Tampoco se trata de que no entendí su obra o de que me pareció poco interesante, ni mucho menos. Simplemente quiero compartir mi frustrada experiencia de no tener el tiempo suficiente para terminar ninguno de los libros que me propuse para el mes de febrero, ni de poder sentarme, sino hasta ahora, a escribir esta breve queja.

Desde el 2016 tenía unas ganas inmensas de conocer su escritura, porque había estado recibiendo recomendaciones de varias personas y escritores que me interesan. Pero en aquellos años no encontraba ni en las librerías de viejo ni en las de nuevo, un libro en español de la autora y, bueno, yo había perdido la costumbre de ir a la biblioteca y mucho menos tengo el don de leer en inglés. También me negaba a leer en formato digital pues había estado harta de las pantallas. Hasta hace algunos meses esas proezas me parecían ya lejanas. Quería tener el documento físico que me hiciera sentir cerca realmente a la literatura de la autora. Después de mucho buscar, cierto día me encontré en El Sótano de Miguel Ángel de Quevedo el segundo tomo de Cuentos de Terramar y, aunque quise leer algunas primeras páginas, no conseguí adentrarme en la historia. Consideré en ese entonces que se debía a que estaba empezando a la mitad y me faltaba un contexto. Dejé el libro entre los muchos pendientes de mi pila personal.

Gandhi acaba de sacar a la venta esta novedad, por cierto, ilustrado y en español.

El año pasado, justo unos días antes del 8 de marzo, fui a la librería El Péndulo en la Zona Rosa, a recoger unos ejemplares de Chimamanda Ngozi Adichie «Todos deberíamos ser feministas» (fui hasta allá porque era la única librería con existencias, todos los demás ejemplares estaban agotados, el librero me comentó que los libros de la escritora nigeriana se estaban vendiendo mucho en los días cercanos al Día de la Mujer). Como es mi costumbre husmear entre las mesas de ofertas y novedades, en una de ellas vi el libro Catwings de Le Guin: una antología de cuentos sobre una familia de gatos alados. El precio era un poco elevado debido a que era novedad editorial, traducción al español y producto de importación. Aún así me sentí entusiasta y lo compré. Recuerdo que pocos días después leí el primero de los cuatro cuentos de esa colección. Me encantó. La primera historia es conmovedora, se trata de una madre gata con sus cachorros, que son los gatos alados, a los que va educando para que sepan moverse en el mundo, pero como tienen alas, también tiene que enseñarlos a perder el miedo. Al final del primer cuento, la madre dice a los gatitos que se vayan a un lugar mejor, al campo, allá tendrán una oportunidad de vida más apacible, lejos de los crueles humanos y de la salvaje ciudad que no los entiende. Los gatitos Taby llegan al campo y conocen a una hermanita y hermanito. Yo también huí de la ciudad como los gatos alados. Y dejé el libro ahí.

Puedes leer los cuentos de Catwings aquí.

Ilustración de S. D. Schindler,
para Catwings

Vinieron los meses iniciales de la pandemia. Ya sabemos que para mantenernos entretenidos y en casa, algunas plataformas liberaron ciertos contenidos. Me enteré de que lanzaron gratuitamente un documental titulado «Los mundos de Úrsula K. Le Guin», el cual comenzamos a ver en casa a la hora de la comida. Me pareció interesantísimo, pues nos muestra, como típico documental, los testimonios de familiares, amigos, colegas, estudiosos y admiradores de la obra de la escritora, pero también fragmentos de entrevistas a ella misma. Es revelador cómo una persona, en este caso, la escritora, hace autocrítica de una situación familiar: la romantización de los indígenas. Úrsula aporta sus comentarios sobre la explotación que padeció Ishi, el último descendiente de una comunidad yahi de California, y de cómo esta persona le entregó su vida y sus saberes a su padre, el antropólogo Alfred Kroeber; por eso el K. Le Guin. Pero la hora de la comida a veces no es ni una y el documental va más allá de los 60 minutos. Tampoco lo terminé.

Este año, el año del futuro, me he propuesto leer cada mes a una autora diferente. Todo ha marchado de maravilla, excepto en el mes de febrero que me propuse leer a Úrsula K. Le Guin. Los primeros días pude compartir con los estudiantes de la prepa la lectura de «Los que se marchan de Omelas», cuento que no había leído nunca antes. Me pareció genial. Seguí con mi propósito. En Amazon vi que estaban lanzando la novela Lavinia, cuya reseña me cautivó: es la historia de esta esta joven, hija de Latino quien ve turbada su paz cuando comienzan a llegar los pretendientes. Es el tipo de historias que me gustan Antigua Roma + Novela + personajes de La Eneida + Úrsula K. Le Guin. Me descargué el libro. Todas las noches adelantaba unas cuantas páginas, pero, por más esfuerzo que puse, el sueño me vencía y no pude adelantar más allá del 12% de acuerdo con el contador del Kindle.

Portada de Lavinia

Estuve a punto de terminar la película que está en la plataforma de Netflix, «Los cuentos de Terramar» (2006), un filme animado del Studio Ghibli. Me quedó mucho más claro de qué va la historia y quiénes son los personajes. Solté unas lágrimas a la mitad de la película, por una canción hermosa que entona Theru. Por alguna razón, quizá por distracción o por hacer algo urgente del trabajo, le puse pausa a la película y no la terminé.

Escena de Cuentos de Terramar,
de Studio Ghibli

Y como digo, esto no me pasó en enero con Shirley Jackson, ni en marzo con Samanta Schweblin, de quien pude leer completitas dos se sus colecciones de cuentos. Tampoco me está pasando con la autora de abril, mi amada Alice Munro. Creo firmemente que una escritura tan poderosa, multifacética y profunda como la de Úrsula K. Le Guin no se lleva con el multitasking. La obra de la autora requiere de su lectora la atención plena e interesada. Dejaré pasar unos cuantos meses. Le prometo a Úrsula que la próxima vez me adentraré en sus textos con una mente y un espíritu completamente despejados. ❤


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