La Independencia

 

Los mexicanos celebramos, entre la noche del 15 y las primeras horas del 16 de septiembre, el Día de la Independencia. Festejamos que en 1810 un cura comenzó una revuelta que terminaría por desbancar a La Corona Española del dominio de la Nueva España. Durante 300 años, los pueblos originarios y muchas otras personas que eran traídas a este lugar desde Asia o África, habían sido sometidas, esclavizadas y masacradas por una cultura que, según su propia interpretación, tenía derecho sobre estas tierras y la gente que vivía aquí, gracias a la fuerza de las armas.

Aún hoy, en el siglo XXI, hay quien piensa que a México le habría ido mejor como país si hubiese permanecido como colonia de alguna corona (la española o la francesa); son estas personas las que pertenecen a partidos o grupos de poder en donde se repiten esquemas de sometimiento, esclavitud y masacre para conseguir beneficios personales.

Aunque suene ingenuo, me gustaría indagar sobre el significado de la palabra «independencia». Según el diccionario, significa «no depender», «no admitir intervención», «ser autónomo». Me pregunto si la sociedad mexicana ha alcanzado la independencia, no como estatus político, sino como acto de identidad, de maduración.

Decimos que un ser humano es independiente cuando ha dejado de estar atado a las condiciones particulares de la familia o sistema inmediato y, por sus propios medios, consigue sostener su vida. Por ejemplo, una joven que no vive en casa de sus padres, que trabaja y organiza su economía y que se hace responsable de su alimentación y salud, por decir solo algunas características, decimos que es una persona independiente.

¿Cómo podríamos definir a una sociedad independiente? Quizá una sociedad independiente es la que no está sometida a las decisiones del Estado (en analogía con los padres) para poder resolver sus problemas. En este sentido, veo que no somos una sociedad independiente. Escuchamos en la calle, leemos en las redes sociales y en los noticieros, la constante queja hacia el gobierno y la petición o exigencia de que dicho ente solucione los problemas que aquejan a la ciudadanía. Aunque tiene sentido esta exigencia, por distintas razones que ahora no enumeraré, sabemos que al Estado le es imposible atender su responsabilidad, como a muchos padres y madres no les fue posible satisfacer las necesidades de sus hijos.

Por otro lado, en ciertos momentos, como el que atravesamos actualmente, cuando dos estados de nuestra República se han visto gravemente afectados por un fenómeno natural, la sociedad ha demostrado que la organización comunitaria ha superado por mucho lo que puede lograr un Estado anquilosado por la corrupción y la burocracia. Es decir, el pueblo-hijo está pasando de la exigencia pueril a la acción, como un joven que comienza a trabajar para mantenerse, a expensas de lo que hayan hecho o no sus padres.

No obstante, creo que hace falta una condición más para alcanzar una total independencia como sociedad. Los niños no logran ser independientes mas por un estado psicológico que por uno físico; en cierta etapa de la infancia, los niños son completamente narcisistas, es decir, creen que son el centro de todo, que son merecedores y que están para que sus necesidades sean satisfechas, por ello los niños se dedican a pedir, a exigir. Pero en realidad los niños son dependientes, de su madre, de su padre y de sus mayores para sostenerles la vida; el niño no alcanza la madurez hasta que sabe que sus necesidades no serán satisfechas por nadie más sino por él mismo y, algo más, el niño o la niña alcanzan la madurez cuando están capacitados para dar.

Y en este punto, creo, estamos los mexicanos. Apenas entendiendo cómo satisfacer nuestras propias necesidades, aún dependientes de lo que el gobierno, el patriarcado o las economías dominantes nos dejan hacer y nos dan. Estamos apenas saliendo de una infancia alargada durante más de 200 años y estamos apenas entendiendo que la única maduración posible está en darse cuenta de que el niño-México no necesita depender de su padre-Estado para su bienestar, que también está capacitado para dar.

Imagen tomada de El sol de México

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